domingo, 29 de marzo de 2009

DEL VIENTO

A veces
desprecio al viento
porque al contrario de cierta agua
él no va por un cauce,
todo lo acapara
y vive desbordado

Por todos lados
entre las cavidades
produce música nueva,
y se divierte al oir
los goznes gimientes
de las ventanas vetustas.
O arrastra las cometas a su gusto
y obliga a las hojas
a cantarle.

El viento
el que lleva los nombres
de oído en oído,
que juega
caprichoso con la inerme mariposa
o agita los cabellos
de las niñas del verano

Si, si,
al final
envidia es la palabra.
De su totalidad
de su ecuánime zangoloteo
a mis ojos incomprensible.
De su cósmica prescencia
y su eternidad absoluta.
De su saludable transparencia
o su alianza
con las plantas y los pájaros.
De sus devaneos por el agua
con la que nunca
en verdad puede juntarse,
la atravieza
la arrastra
o acaricia
pero jamás puede
hacerse Uno
solo con ella.

Viento
el que lleva y soporta
las voces del mundo
el grito eterno
de todos los tiempos.

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